Jair Bolsonaro, un presidente al borde de un ataque de nervios

Desencajado, gesticulando aparatosamente y a los gritos: esa fue la imagen que el brasileño Jair Bolsonaro, el presidente de la sexta potencia económica del mundo por PBI, dio esta semana, furioso por un informe periodístico que aludía a los vínculos de su familia con un escuadrón de la muerte que asesinó a una concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco, un crimen que conmovió a Brasil el año pasado.

Pese a que superó con creces el mayor desafío político que enfrentaba para los observadores –la aprobación de parte del Congreso de la reforma previsional– el presidente pierde el control con demasiada frecuencia para el cargo que ocupa, y en especial con la prensa.

Después de despotricar contra la Red Globo por el informe sobre Marielle Franco, el mandatario ordenó cancelar la suscripción del gobierno al diario Folha de Sao Paulo y deslizó una velada amenaza a los anunciantes del periódico.

“Hoy determiné que sea cancelada la suscripción de la Folha aquí en el ámbito del Poder Ejecutivo. Quien quiera leer la Folha que pase por la estación de autobuses de Brasilia y la compre”, dijo en su conexión semanal en directo por Facebook. “No vamos a gastar más dinero en un periódico como ése. Y quien se anuncie en la Folha, que preste atención”,  manifestó.

La medida es muy similar a la que llevó a cabo la Casa Blanca, al cancelar la suscripción de los diarios New York Times y el Washington Post, luego de que el presidente Donald Trump, aliado de Bolsonaro, calificara a ambos como medios de “noticias falsas”.

Emperador. “Emperador Bolsonarus, el César tropical”, lo llamó el columnista Luis Antonio Giron en la revista Istoé, quien ilustra la tapa de su última edición con el montaje de un león y el presidente, que en otro polémico video que divulgó en Twitter se comparó con un felino acosado por hienas, a las que identificaba como los medios de comunicación, el Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, la Corte Suprema y hasta a su propio partido, el PSL, con el que llegó a la presidencia.

“El atrevimiento presidencial parece no tener límites”, dijo el magistrado Celso de Mello, uno de los ministros del Supremo Tribunal Federal, la Corte brasileña, sobre el video.

“Es imperioso que el señor presidente de la República –que no es un monarca presidencial– como si nuestro país fuese absurdamente una selva en la cual el león imperase con poderes absolutos e ilimitados, sepa que jamás habrá ciudadanos libres sin un Poder Judicial independiente como el que tiene Brasil”, agregó Mello.

El presidente también provocó roces con nuestro país y Uruguay por sus declaraciones sobre las elecciones y no descartó que la “izquierda latinoamericana” estuviera detrás de los estallidos sociales que sacudieron a Ecuador y Chile.

Marielle. El episodio que provocó la furia del presidente contra la TV Globo fue un informe que lo vinculaba con el asesinato de Marielle Franco, defensora de las minorías y los habitantes de las favelas, el 14 de marzo de 2018, en Río de Janeiro. La Fiscalía carioca da por probado que Franco fue asesinada por su militancia política y social y por el crimen están detenidos dos ex policías militares, Ronnie Lessa y Elcio de Queiroz.

El informe de la Globo sostenía que unas horas antes del crimen Lessa había llegado al lujoso condominio donde vivía el entonces candidato Bolsonaro, y pidió autorización a su casa para poder ingresar al predio. El portero registró el número de casa del presidente en una planilla donde apunta los ingresos y salidas de vehículos, según una copia del documento obtenida por TV Globo.

Para una de las fiscales del caso, el portero mintió, porque existen registros de voz que muestran que Lessa pidió entrar para ir a ver a Queiroz,  con quien salió poco después, al parecer para asesinar a la concejala.

Eduardo. Como si no fuera poco con los arrebatos del capitán del ejército, uno de sus hijos, Eduardo, el más ideologizado e identificado con la extrema derecha, hace también un uso explosivo de las redes sociales y de sus declaraciones. El último escándalo lo provocó al afirmar que, si la izquierda “se radicaliza”, el país “debería recuperar el AI-5”, considerado uno de los actos más represivos llevados a cabo durante la dictadura militar brasileña.

El Acto Institucional 5 (AI-5) fue un paquete de medidas antidemocráticas aplicado en 1968 por la dictadura –que gobernaba desde 1964 y se prolongó hasta 1985– mediante el cual aumentó la represión, se proscribió a varios partidos políticos y cesaron a decenas de parlamentarios opuestos al régimen.

Diputado más votado en la historia del país, con más de 1,8 millones de votos, Eduardo Bolsonaro se expone a perder su mandato si prospera un pedido presentado por la oposición. “Existe la inmunidad parlamentaria, existe el derecho de expresión y opinión, pero también existe un límite para eso”, dijo ayer el presidente del Comité de Etica de la Cámara baja, Juscelino Filho, que analizará el pedido, mientras el hijo del presidente pidió perdón y sostuvo que “no hay ninguna posibilidad” de que se vuelva a declarar un nuevo AI-5.