Hong Kong: recrudecen las protestas y crece el fantasma de Tiananmen

Las protestas pro democracia en Hong Kong pusieron en alerta a Beijing, que envió esta semana blindados y tropas a Shenzhen, la ciudad fronteriza con la ex colonia británica, lo que reavivó el temor por que el gobierno de Xi Jinping decida dar un paso más y reprimir las manifestaciones, como hizo Deng Xiaoping en 1989 en la plaza de Tiananmen.

La alerta se encendió cuando el diario oficialista Global Times, editado en inglés, publicó ayer un editorial en el que se expresaba a favor de una intervención armada en Hong Kong, lo que, según su visión, no significaría una repetición de la masacre de Tiananmen. “China es mucho más fuerte y más madura, y su capacidad para manejar situaciones complejas se ha mejorado considerablemente”, subrayó. “El incidente en Hong Kong no será una repetición del incidente político del 4 de junio de 1989”, agregó, refiriéndose elípticamente a la represión que tuvo lugar hace treinta años y sigue siendo tabú en China.

De acuerdo con el diario chino, la acumulación de efectivos de la policía paramilitar en Shenzhen es “un claro aviso” para los manifestantes. “Si Hong Kong no puede restaurar el Estado de derecho por sí mismo y las revueltas crecen, es fundamental que el gobierno central lleve a cabo acciones directas con arreglo a la Ley Básica”, concluyó, refiriéndose a la Constitución hongkonesa, que faculta a las autoridades de la ciudad a pedir asistencia al ejército chino para mantener el orden público.

El gobierno de Xi cerró filas y dejó en claro que no le temblará el pulso en caso de que el statu quo sea desafiado. Yang Guang, vocero de la Oficina para Hong Kong y Macao, advirtió a los manifestantes –a los que llamó “delincuentes”– que no tomen “contención por debilidad”. Zhang Xiaoming, director de esa oficina, dio un paso más al sostener que China “tiene métodos suficientes y medios lo bastante poderosos para suprimir toda posible agitación”.

Crítico. Quien también advirtió sobre el peligro de otro Tiananmen fue el artista y disidente chino Ai Weiwei. En una entrevista con la AFP, pidió que “haya otra salida” a la crisis en Hong Kong. “Ninguna predicción es exagerada”, afirmó en alusión a la hipótesis, cada vez más mencionada, de que el gobierno chino ordene una represión parecida a la que el ejército llevó a cabo en la famosa plaza de Beijing en junio de 1989. Treinta años después, el artista, uno de los más firmes detractores del Partido Comunista de China, la historia podría repetirse. “No saben negociar ni debatir. Es la naturaleza de ese régimen autoritario. Solo tienen a la policía y al ejército”, declaró desde Berlín, donde se exilió en 2015.

El movimiento de protesta, integrado por jóvenes, militantes por los derechos humanos y la elite de Hong Kong, nació en reclamo por una ley de extradición a China continental, pero mutó en reivindicaciones a favor de la democracia y se convirtió en un desafío a Beijing. Las autoridades chinas reaccionaron con cautela, aunque endurecieron en los últimos días su posición. Medios estatales chinos difundieron imágenes de soldados y tanques en Shenzhen, la metrópolis china fronteriza a Hong Kong, mientras funcionarios catalogaban las protestas como acciones “terroristas”.

Una acción militar también implicaría costos para Beijing. Según Jean-Pierre Cabestan, profesor de la Universidad Baptista de Hong Kong, esa opción es “tan poco probable como contraproducente”. “Desafiaría la posición de Hong Kong como centro financiero y como refugio seguro de la élite comunista, que puso parte de su dinero en Hong Kong o en los paraísos fiscales del Caribe, a los que tiene acceso gracias a la ex colonia británica”, aseguró.

Estados Unidos. El presidente Donald Trump dijo el jueves que estaba “preocupado” por el riesgo de una represión violenta, lo que podría empeorar aún más las relaciones entre China y Estados Unidos, inmersos en una guerra comercial que tiene en vilo a la economía internacional. Además, el republicano exigió que Beijing resolviera el problema “de una forma humana” y que Xi lo haría “muy rápidamente, en 15 minutos” si “se sentara con los manifestantes”.

Nuevas protestas. Los manifestantes convocaron mañana una gran concentración “racional y no violenta”, con el objetivo de mantener el pulso con Beijing. El gran temor de los organizadores es que intervenga la Policía Armada Popular China, acuartelada en Shenzhen a la espera de las órdenes de Xi.

Presión al círculo rojo

Beijing también acentuó la presión política sobre el poderoso sector empresarial hongkonés. El director general de la aerolínea Cathay Pacific, Rupert Hogg, renunció ayer, después de que algunos de sus empleados apoyaran las manifestaciones, lo que generó el repudio del gobierno de Xi Jinping.

Hogg dimitió para “asumir la responsabilidad, como directivo de la compañía, de los recientes acontecimientos”, señaló.

En tanto, el hombre más rico de Hong Kong, Li Ka-shing, publicó un artículo en la prensa en el que hizo un llamado a la paz con un lenguaje ambiguo. “El camino al infierno a menudo está pavimentado con buenas intenciones. Debemos ser conscientes de las posibles consecuencias”, indicó el magnate inmobiliario, al cuestionar las manifestaciones pro democracia que tienen en vilo a Hong Kong. Li llamó a los hongkoneses a valorar el tiempo y espacio ofrecidos por “un país, dos sistemas”.

Cronología

El 9 de junio más de un millón de personas se congregaron en las calles de Hong Kong para protestar contra el proyecto de ley de extradiciones a China, presentado por el gobierno de Carrie Lam.

El 15 de junio Lam anunció que paralizaba el proyecto.

Los manifestantes tomaron en julio el Parlamento y fueron reprimidos por la policía.

Los manifestantes bloquearon el martes pasado el aeropuerto. China amenazó con intervenir militarmente.