Un diario israelí dice que Gaza ya se convirtió en una de las guerras más sangrientas del siglo

Los números de la guerra en Gaza, que estalló tras el ataque del grupo terrorista Hamas contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, que dejó 1200 muertos y decenas de secuestrados, vienen siendo muy discutidos desde el arranque del conflicto. Pero esta semana, con pocas horas de diferencia, un diario progresista con base en Tel Aviv y voceros de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) pusieron algunas escalofriantes cifras al sufrimiento de los civiles atrapados en el enclave palestino. 

«Cerca de 40 mil personas fueron muertas en Gaza» desde el 7/10, asegura el diario Haaretz, referente de la izquierda pacifista israelí. Si bien está por debajo de otros conflictos en la región o en Europa, el número impacta por la velocidad en que se alcanzó ese total. La nota recuerda que, por ejemplo, se estima que más de 405 mil personas murieron en trece años de guerra civil en Siria, y 210 mil en las dos décadas de guerras en Irak. Alrededor de cien mil perdieron la vida durante el estallido de la ex Yugoslavia, en cerca de una década, y -más cerca en el tiempo- se calculan 172 mil muertos en los dos años y medio de la guerra que comenzó en Ucrania con la invasión de las tropas rusas en febrero de 2022. 

Pero, además de que la muerte cayó como un rayo sobre los residentes civiles de Gaza después de que a Hamas se le ocurrió que era una buena idea entrar a matar, torturar, vejar y secuestrar en Israel, lo que estremece en los cálculos de los expertos consultados por Haaretz es la proporción de fallecidos en comparación con la población total. 

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Según el informe, la guerra en Gaza ya alcanzó el tope de los más sangrientos en esa proporción en lo que va del siglo, junto al conflicto civil armado en Siria: en ambos casos, perdió la vida un dos por ciento de la población, por encima del uno por ciento en Irak, el 0,5 por ciento en la ex Yugoslavia y un 0,45 por ciento en Ucrania.

«En términos del número total de muertos, supongo que Gaza no va a estar entre los diez más sangrientos del siglo XXI«, reconoció el profesor Michael Spagat, de la Universidad de Londres. Hablando con Haaretz, el académico señaló que, si se habla en términos de porcentaje de la población, entonces trepa al «top 5».

«Si tomamos en cuenta el lapso de tiempo que tomó matar al uno por ciento de esta población, entonces sería algo sin precedentes», apuntó Spagat. 

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En este triste y macabro repaso de los enfrentamientos armados contemporáneos, el informe del diario israelí dijo que, «desde una perspectiva global, hay varios conflictos que son más letales que el de Gaza«, pero -aseguró- el conflicto en el enclave palestino, donde se estima que siguen en cautiverio, en condiciones terribles, unos cien rehenes, «ya causó más muertes que otros estallidos alrededor del mundo en los últimos años». 

Por ejemplo, el reporte señala que el genocidio rohinya en Birmania se cobró unas 25 mil vidas, mientras que la matanza de yazidíes a manos de ISIS dejó un tendal de 9.100 muertos. Además, lo que diferencia a Gaza del resto de las guerras del siglo XXI es su tamaño, destacó el informe: la franja ocupa un área de apenas 360 kilómetros cuadrados, equivalente a la superficie del partido de Tigre, en Buenos Aires.

Pero, «lo que es todavía más importante», siguió Haaretz, es la imposibilidad de escapar. En la frontera con Israel espera la muerte, en el borde con Egipto será el rechazo de las autoridades de El Cairo y el Mediterráneo no es una opción. Desde Siria, en cambio, cerca de un millón de desplazados por la guerra civil pudieron salir vía el territorio turco, mientras que cientos de miles de ucranianos encontraron refugio en países europeos cercanos. 

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Además de las FDI, el otro gran problema mortal para los palestinos de Gaza es Hamas. Sus militantes usan uniforme solamente para los desfiles y prefieren combatir con ropas civiles. Su temible complejo de túneles fue construido debajo de mezquitas, hospitales y escuelas, y las tropas israelíes se cansaron de encontrar accesos a los pasadizos subterráneos camuflados en el suelo de patios de juegos infantiles y paredes de viviendas particulares. 

Fiel a los viejos manuales del terrorismo, Hamas no busca evitar la muerte de civiles sino que la impulsa, porque es una poderosa herramienta de propaganda. Mejor todavía si son niños, niñas o mujeres. 

No está claro si los números de Haaretz se refieren solamente a civiles o incluye también a los combatientes de Hamas, que son agentes bien entrenados y pertrechados. En todo caso, este jueves voceros de las FDI informaron que, según sus propios cálculos, alrededor de 17 mil militantes armados del grupo islamista fueron eliminados desde el comienzo de la guerra. 

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Durante una conferencia de prensa, uno de los principales portavoces militares israelíes, el contralmirante Daniel Hagari, celebró que, gracias a los «significativos combates» en Gaza y la amplia destrucción de la infraestructura del grupo palestino, se dañó «la capacidad de Hamas para reagruparse y recuperarse». Y la campaña, prometió, todavía no termina: «estamos decididos a continuar con esto», dijo Hagari. 

Cualquier observador crítico tiene derecho a decir que los números de la FDI podrían no ser confiables. En todo caso, lo mismo afecta a las cifras que llegan desde Gaza, distribuidas por el Ministerio de Salud, que está controlado por Hamas. 

En todo caso, cualquier discrepancia sobre los horribles números de la guerra se deben enmarcar en el pesadísimo contexto de Medio Oriente, donde el conflicto de Gaza convive con un régimen iraní que apoya financieramente a Hamas sin que le importe la muerte y el sufrimiento de los civiles en la franja sobre el Mediterráneo. 

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Soldados israelíes en Gaza en agosto de 2024 | Foto: FDI.

Los ayatollah en Teherán también patrocinan a Hezbollah en el Líbano, y no les podría importar menos el potencial número de civiles muertos en ese país si llega a estallar una guerra total con las fuerzas de Israel, capaces -y dispuestas a- bombardear el sur del territorio del país vecino y aplanar Beirut con bombas si lo considerasen necesario.

Pero también están personajes como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, un dirigente político que tuvo mucho que ver con la emergencia del país como potencia económica pero cuya estatura se viene derrumbando sin pausa. Avergonzado por la facilidad con la que los combatientes de Hamas entraron al sur de Israel para la matanza del 7/10 y acorralado por acusaciones de corrupción, Netanyahu -dicen cada vez más analistas israelíes e internacionales- parece querer aprovechar la guerra y sus consecuencias para mantenerse en el poder. 

Y también está el integrismo religioso, muy claro del lado de Hamas y Hezbollah pero quizás menos notorio en Israel. Sin embargo, la guerra en Gaza está alimentando un peligroso extremismo nacionalista religioso en el país, de la mano de gente como el ministro de Seguridad, Itamar Ben Gvir. De conocido pasado racista anti-árabe, este dirigente logró asomar su cabeza hace pocos años y envenenar el diálogo político en Israel. 

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A pesar de que se presenta como un creyente fervoroso, su posición es tan extrema que ni siquiera cuenta con el apoyo del establishment religioso tradicional. Esta semana, Ben-Gvir lideró un grupo de judíos extremistas hasta el Monte del Templo, que forma parte del complejo donde se levanta la mezquita de Al-Aqsa. Se trata del tercer lugar más sagrado para los musulmanes, pero también del más sagrado para los judíos, ya que se estima que allí se levantaban el primero y segundo Gran Templo de Jerusalén

Por razones políticas y de seguridad, el lugar está prácticamente prohibido para las plegarias judías. Pero también está rodeado de una compleja tradición religiosa que, para los rabinos tradicionales, impide que sea un lugar de peregrinaje y rezo, como ocurre en cambio con el Muro de los Lamentos. 

Después de la incursión de Ben-Gvir, los principales rabinos de Israel difundieron un mensaje -en hebreo y en árabe- explicando que lo que hizo el ministro está mal desde cualquier lugar que se lo mire, pero en especial el religioso: según los sacerdotes, los judíos «normales» son «impuros» y no pueden pisar ese suelo sagrado. A Ben-Gvir, claro, no le importa y en eso se parece a los líderes de Hamas: cuánto más caos, mejor.

Los rostros del horror, de Israel y de Gaza

En medio de este difícil conflicto que mezcla nacionalismos, religión y geopolítica, a los palestinos les tocó, sin duda, uno de los peores papeles. Extrañamente, los judíos israelíes parecen haberse adaptado mejor a la violencia e intensidad del Medio Oriente y a sus vecinos árabes que los propios palestinos, despreciados por Jordania y Egipto y usados por Irán. Los números, aunque horrorosos y angustiantes, quizás no sirvan para encontrarle una posible solución al conflicto. 

Así, la nota de Haaretz suma al debate y le pone magnitud al sufrimiento de los civiles, pero quizás otro artículo publicado esta semana por el mismo diario sirva para comprender un poco mejor. Con el título «Un poeta, un campeón de karate, una artista famoso: las historias de vida de cuarenta de los 40.000 muertos en Gaza», el periódico repasó, en efecto, los nombres y momentos de seres humanos comunes y corrientes, atrapados en una lógica que en general los supera. 

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Por allí pasan, por ejemplo, la foto (tocando la guitarra) y la historia de Yousef Dawas, un joven de 20 años, escritor y aspirante a psicoanalista muerto durante un bombardeo en Gaza el 14 de octubre del año pasado. Y de Huda Al-Sousi, de 27 años, también escritora y traductora, alcanzada por los proyectiles el 23 de octubre. También Hind Rajab, de apenas seis años de edad, Hala Al-Fara, de Khan Younis, muerta a los 19 años sin cumplir su sueño de ser ingeniera. 

Sin intenciones de destruir las distintas lógicas (el salvajismo de Hamas y la violencia profesional de las FDI), esas fotos se pueden sumar a las imágenes de las mujeres violadas por los milicianos islamistas el 7 de octubre del 2023 en el sur de Israel, los civiles torturados, los niños masacrados y las decenas de rehenes, incluyendo muchos menores, que siguen presos de Hamas en vaya a saber qué condiciones. 

Porque, a veces, una historia de una vida truncada habla más que números con muchos ceros.

CP