Donald Trump: a quién eligió como su heredero

Donald Trump anunció que su compañero de fórmula para la vicepresidencia será el senador J.D. Vance. De 39 años, y fuerte crítico de Trump cuando fue elegido presidente por primera vez (incluso lo comparó con Hitler), Vance fue la sorpresa en la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, al relegar al senador Marco Rubio (Florida) y el gobernador Doug Burgum (Dakota del Norte), los aparentes finalistas para ocupar un lugar que será clave en una eventual presidencia del republicano: además de la conducción del Senado, tendrá el lugar de heredero si el magnate no logra completar su mandato. 

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

¿Qué vio Trump en Vance? El senador republicano por Ohio se ha convertido en un verdadero creyente del MAGA y un aliado leal, pero más aún, entiende al electorado de Trump probablemente mejor que cualquier otro republicano de renombre. Vance escribió el libro que mejor representa al corazón de la sociedad norteamericana, “Hillbilly Elegy”. Relato autobiográfico de su traumática infancia, con adaptación cinematográfica en 2020 a cargo del ganador del Oscar, Ron Howard, y un elenco notable: Glen Close como su abuela “Mamaw”, y Amy Adams, interpretando a Beverly, la madre adicta a las drogas. La acción transcurre en Middletown, un pueblo de Ohio en el que la hermana de Vance, Lindsay todavía vive. 

Una pequeña localidad de clase baja marcada por una explosión en el consumo de drogas: el libro se publicó cerca del pico de la epidemia de opioides, entre 2015 a 2017, cuando miles murieron por sobredosis de heroína mezclada con fentanilo. A ese Estados Unidos interior al que la política de Washington ha despreciado y desatendido desde hace décadas apela Trump. Y lo hace con una de sus mejores voces: Vance fue columnista del New York Times y niño mimado del establishment, hasta que su radicalización le valió la cancelación en los mismos círculos que lo festejaban. 

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

Una carta ganadora para el candidato republicano en la pulseada con el frente mediático que lo repudia, y minimizó el atentado en su contra cosechando el descrédito y el repudio en redes: la palestra que Trump ha conquistado hace ya tiempo. Elon Musk, dueño de la red social X, cargó directamente contra el diario neoyorquino: “The New York Times acaba de publicar esto sobre Trump hoy. Son seres humanos verdaderamente insensibles y despreciables. Ni una pizca de empatía”, escribió el multimillonario compartiendo la imagen de una página del periódico con el título “No superó las pruebas de liderazgo. Los votantes estadounidenses traicionados deben rechazarlo en noviembre”. Pero la marea va en sentido inverso. 

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

Heredero

Vance es el legado de Trump. “Un hombre extremadamente brillante y perspicaz que podría será una voz fresca para una visión fundamentalmente conservadora del mundo”, resumió Mona Charen, quien ha investigado el giro a la “Extrema Derecha” del partido republicano en su libro homónimo. “Creo que Vance se ha vuelto mucho más amargado y cínico, y eso es apropiado”, sostiene el bloguero conservador Rod Dreher. Un salto a la madurez acompañado por una barba recortada que recuerda a la Trump junior.  

La nueva fachada de Vance, va a tono con el aparecer presidenciable también, el que pueda llevar el trumpismo al siguiente estadío: un intelectual populista emergente que vira a la derecha en la cultura y a la izquierda en la economía. Conocido como conservadurismo nacional o “postliberalismo”, su modelo es a grandes rasgos: profundamente católico, definitivamente anti-woke, escéptico respecto de las grandes empresas, y nacionalista en cuanto al comercio y las fronteras. El discurso que tiene en Fox News como campeón a Tucker Carlson, en cuyo programa Vance es un invitado habitual. 

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

El proyecto está animado por una táctica política real: a medida que los progresistas debilitan al Partido Demócrata con actitudes culturales impopulares, la derecha logra abalanzarse y relegar a los “multirraciales” que controlan la economía, la política y la línea moral de EE.UU.. “Las instituciones que hacen cumplir la sabiduría convencional son increíblemente hostiles en este momento”, sostiene Vance, que se presenta como un defensor conservador de los desposeídos. “Las universidades son el enemigo”, puntualiza en candidato a vicepresidente. Les asigna el rol de cocina de las prioridades de las elites progresistas.

Discurso

“Mientras seamos pioneros en materia de diversidad, equidad e inclusión, no importa si la gente normal sale jodida. Cuando te das cuenta de que la guerra cultural es una guerra de clases, todo se vuelve fácil”, se queja Vance sentando los pilares de su conservadurismo nacional, la versión intelectual del trumpismo, comprometido con la reorientación populista del Partido Republicano, lejos del libre mercado y la política exterior intervencionista. Propone un “capitalismo de vigilancia” y una contra cultura a la “impuesta por las grandes urbes costeras”. “Lo que sucedió es que Trump siguió siendo Trump, pero la izquierda se volvió loca”, sostiene Vance sobre porque apoya ahora al ex presidente.

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

Para Vance, la historia de las últimas décadas es que la permisividad social de la izquierda se fusionó con el credo de libre mercado de la derecha para crear la ética desalmada en el neoliberalismo. Vance denuncia el capitalismo desregulado y pondera la enseñanza social católica, en contraposición al individualismo protestante. Una filosofía que entrelaza con su fanatismo por “El Señor de los Anillos”: Vance es fundador de su propio fondo de transferencia, Narya Capital; inspirado en el nombre del anillo forjado para inspirar a los Elfos a “resistir la tiranía, la dominación y la desesperación”. 

El poder oscuro reside para Vance en las empresas tecnológicas de tendencia liberal que encubren la contratación de mano de obra extranjera barata con posturas “woke” sobre género y raza. Idem Trump, pero con un giro inspirado en viejas corrientes del izquierdismo y el antiglobalismo. Un giro a nacionalista a la izquierda y la derecha que termine con la lógica bipolar de los dos grandes partidos en el nacimiento de una nueva religión estadounidense.

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