El viejo contra el estafador

Van Jones, comentarista político de CNN y exasesor del Partido Demócrata, puso en palabras la sensación que dejó el primer debate presidencial: “El viejo contra el estafador”. Ninguno de los dos calificativos denota positivismo en lo que anoche fue el primer mano a mano entre los –por el momento– candidatos a dirigir la agenda de la democracia presidencialista más antigua del mundo durante los próximos cuatro años.

Ninguno de los candidatos sorprendió con sus declaraciones y opiniones sobre los principales temas puestos sobre la mesa de debate (inflación, guerra en Ucrania, conflicto en Medio Oriente, China, inmigración, aborto), manteniendo la polarización ideológica que los distingue y los define.

Tampoco ninguno demostró superioridad argumentativa ni en términos de propuestas para tratar los temas de agenda doméstica e internacional en Estados Unidos: Biden haciendo foco en la necesidad de continuar con su plan de gobierno por un nuevo período de cuatro años, Trump criticando lo hecho, destacando, con dudoso respaldo empírico, los números que dejó su pasada gestión y evadiendo las acusaciones recibidas por parte de su oponente acerca de su presente judicial.

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El debate no dejó un ganador, pero sí dudas y temor, sobre todo del lado azul de la balanza. De acuerdo a distintos allegados al partido del presidente, la debilidad argumentativa y de imagen que demostró ayer el actual presidente norteamericano y excompañero de fórmula de Barack Obama, enciende luz roja entre los demócratas: por un lado, candidatos del partido a otros cargos (gobernadores, Cámara de Representantes, Senado) porque una mala performance del candidato a presidente podría perjudicar sus chances electorales; y por otro, lobistas y empresarios, que son quienes invierten recursos en una campaña incierta.

Esto invita a pensar en escenarios alternativos de cara a la convención del partido que tendrá lugar el próximo 19 de julio, donde serán definitivamente proclamados los candidatos a presidente y vicepresidente. Hasta ahora Joe Biden cuenta con 3.894 de los 3.938 convencionales, y es históricamente una “obligación” que estos convencionales honren la voluntad de quienes los eligieron. Así, que la candidatura presidencial termine siendo definida en una “convención abierta” donde se enfrenten distintos precandidatos del Partido Demócrata, con las consecuencias negativas para la cohesión del partido que esto conllevaría, es un escenario posible pero poco probable. La última evidencia nos remonta a la ciudad de Los Ángeles en 1960, donde J.F. Kennedy le gana la candidatura presidencial a Lyndon B. Johnson, ofreciéndole posteriormente ser su compañero de fórmula. El resto es historia.

*Doctora en Ciencia Política. Profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.