Ian Bremmer: «No importa quién gane, un gran número de estadounidenses no aceptará la legitimidad de las elecciones»
Ian Bremmer es quizá uno de los más destacados analistas políticos de Estados Unidos. Parte de su currículum incluye haber anticipado hace más de una década el declive del orden global dividido en el G-7 y el G-20, que distingue las potencias industrializadas de las emergentes. El nuevo mundo que anticipó Bremmer es el del G-0, atomizado en muchas potencias que no intentan fijar una agenda global sino que compiten de manera estratégica por la economía, la seguridad y la tecnología.
Estas tres áreas, explica Bremmer, definirán los tiempos que se vienen. «Este es un momento muy emocionante para estar vivo pero también es extremadamente inquietante», dijo con cierto entusiasmo. En especial por el avance de la inteligencia artificial y las empresas de tecnología que actúan como estados soberanos, algo inédito en la historia. Una dinámica que no solo cambiará los sistemas de gobernanza global sino también al ser humano. Y por ende, la política. En particular, en las democracias liberales actualmente en crisis, como la estadounidense, y que cuentan con ejércitos de ciudadanos enardecidos con la clase política por la falta de oportunidades y otras «fallas» de la globalización.
Desde Nueva York, el fundador de la consultora de riesgo político Eurasia Group trazó un dramático panorama de cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El país de la libertad quedó inmerso en una profunda crisis política desde el asalto al Capitolio perpetrado por los seguidores del expresidente y actual candidato, Donald Trump, en rechazo a la victoria del demócrata Joe Biden en 2021.
«Hay algo significativamente roto en el sistema político estadounidense. No importa quién gane, un gran número de estadounidenses no aceptará la legitimidad de las elecciones«, indicó Bremmer al respecto.
Tres años después del momento que sacudió a la mayor democracia liberal del mundo, los mismos protagonistas competirán a pesar de no parecer «aptos» para la presidencia: Trump por tener 91 cargos delictivos en su contra (y que de no ganar podría enfrentarse a la cárcel); Biden por las dudas que arroja su estado cognitivo y que, en caso de reelegir, terminaría su mandato con 86 años.
Como es habitual, lo que pasa en Estados Unidos cae como cuentagotas al resto del hemisferio occidental. En la otra punta del continente, Javier Milei se hizo eco del fenómeno antisistema global, enmarcado en la furia social argentina tras años de decadencia económica. Adoptando un discurso similar al de Trump, escaló hasta la cima del poder apoyándose en un enemigo: «la casta». «Milei es un síntoma y un beneficiario del amplio sentimiento antisistema que está creciendo en todo el mundo», analizó el politólogo respecto al presidente argentino.
Entrevista a Ian Bremmer
¿Qué podemos esperar de las elecciones presidenciales?
Las elecciones en los Estados Unidos son muy reñidas y se reducen a un pequeño número de estados y de votantes de esos distritos. Lo que hay que destacar es que Trump puede ganar fácilmente. Si las elecciones fueran hoy Trump ganaría con mucha facilidad, probablemente en un 60 por ciento, aunque tengo poca confianza en esa estimación.
Está muy claro que si se declara a Trump culpable de un delito grave antes de las elecciones esa será la oportunidad más importante que tendrá Biden, a quien la cuestión de la edad y sus políticas relacionadas a la inmigración o la guerra en Medio Oriente le está jugando muy en contra. Porque habrá un gran número de independientes que no estarán dispuestos a votar por un delincuente condenado. Pero lo más importante quizás sea que no importa quién gane, un gran número de estadounidenses no aceptará la legitimidad de las elecciones y de la transición. Y ese es un problema singular para la democracia estadounidense.
¿Qué peso tendrán en el votante los procesos judiciales contra Trump?
Si condenan a Trump, eso sí va a impactar, aunque no está del todo claro si tendremos una resolución del caso antes de las elecciones. De lo contrario, el hecho de que existan estas 91 acusaciones contra Trump no cambiará mucho la situación, que ya de por sí no tiene precedentes.
La incapacidad de Trump de ser presidente debería ser la cuestión número uno en cualquier democracia que funcione bien. El hecho de que tengas a alguien que hizo todo lo que estuvo a su alcance para socavar una transferencia legítima de poder debería ser lo primero. La capacidad de tener elecciones libres y justas es fundamental, es la base de una democracia y Trump se opone completamente a ese concepto, como vimos en 2020. Pero ese no es el tema que todo el mundo está discutiendo. Y eso se debe a que la democracia estadounidense está en crisis en este momento.
¿Esta crisis se puede extrapolar a otras sociedades?
Es un problema que existe en otros países, como Brasil, que tuvo su momento el 8 de enero de 2023, pero desde entonces han hecho imposible que un escenario así vuelva a presentarse en las próximas elecciones y probablemente lo enviarán (a Jair Bolsonaro) a la cárcel. Pero es mucho peor en Estados Unidos, hoy en día la única democracia importante incapaz de celebrar elecciones libres y justas, con una transferencia de poder en la que la gente crea. Esto nos dice que hay algo significativamente roto en el sistema político estadounidense.
El nuevo orden global
Anticipaste el cambio del orden global hacia el G-0. ¿Cómo describirías el paradigma actual?
Hoy hay un orden económico global es multipolar. Es un orden de Estados Unidos, Europa, Japón, China, India y algunos otros actores. Y están aumentando o disminuyendo sus márgenes en términos de proyección de poder. El orden de seguridad es unipolar y está impulsado por Estados Unidos, que no quiere ser el comisario mundial pero es el único país del mundo que tiene la capacidad de proyectar poder militar globalmente, y nadie más se le acerca.
Y el orden digital es cada vez más tecnopolar. No está impulsado por los gobiernos sino por un pequeño número de empresas de tecnología que efectivamente ejercen su soberanía en el espacio digital de sus plataformas. Y eso es particularmente cierto cuando hablamos de la explosiva transformación que tenemos con la inteligencia artificial.
En América Latina existe la idea que centra el futuro del orden mundial en la competencia estratégica entre China y Estados Unidos. La primera se acerca a la región para obtener recursos críticos y la segunda interfiere para evitarlo. ¿Qué opinas sobre esto?
Simplemente creo que esa lectura es demasiado estrecha, es necesario ampliarla y pensar en lo que realmente está sucediendo globalmente, que es mucho más complicado que esa la idea. Entiendo que si sos latinoamericano, ves que los estadounidenses son dominantes en el campo de la seguridad y los chinos en lo comercial, es un equilibrio notable.
Si bien América Latina está muy cerca geográficamente de Estados Unidos (lo que obviamente la hace la potencia dominante), es una cuestión que también la sienten las economías asiáticas. Por ejemplo, para Indonesia su mayor socio comercial es China pero de seguridad es Estados Unidos. Lo mismo pasa con Filipinas, Japón, Corea del Sur y Australia. Así que no es algo para nada sorprendente.
¿Se puede pensar un escenario futuro que tienda hacia una bipolaridad entre Occidente y el eje Beijing-Moscú o el Sur Global?
Podrías pensarlo de esa manera pero no creo que sea hacia dónde nos dirigimos. En primer lugar, el Sur Global es un concepto político, al igual que los BRICS. Es muy diferente al de los mercados emergentes y los países en desarrollo, que eran conceptos económicos e implicaban un nivel de integración política a lo largo del tiempo. Ahora existe la sensación de que las políticas del Sur Global son otras, pero por ejemplo, India, el país más poderoso y con la economía más fuerte de ese grupo, también quiere estar ligado a Occidente.
Por otro lado, la economía de China está teniendo problemas importantes en este momento, tanto que puede que todavía se convierta en la economía número uno en los próximos diez años o no. De cualquier manera, India, con una democracia fuerte, será la tercera economía más grande para 2030, con más población y un crecimiento mucho más rápido. Y eso es un reaseguro de que los BRICS no se convertirán en absoluto en una alternativa a Occidente liderada por China. Por lo que no se puede hablar de un mundo “entre Estados Unidos y China». Simplemente no tiene ningún sentido.
¿Cómo encaja Rusia en este nuevo orden?
Nada bien, porque su ejército resultó ser mucho menos capaz de lo que pensaban. Todo el mundo pensó que en dos semanas se iban a apoderar de Ucrania y fracasaron, dos años después siguen luchando y sólo tienen el 18, 20 por ciento del territorio ucraniano, un país que es mucho más pequeño. Los rusos se sienten cada vez más humillados y enojados. Culpan a Estados Unidos, a Occidente, a la OTAN. Han sido expulsados del sistema internacional por el G7, pero no por el Sur Global. Les han congelado sus bienes, los han sancionado y no pueden viajar.
Y así, han construido alianzas militares con Corea del Norte e Irán, dos rogue states (NdR: “actores del caos” desde la óptica occidental, que amenazan a la paz mundial) que quieren la máxima inestabilidad y un vacío geopolítico en el mundo. Están aprovechando el G-0 para tener más influencia en entornos que a otros países no les importan. Y quieren hacer estallar el orden global, a diferencia de los otros países de los que hemos hablado. Incluso del orden económico multipolar en el que todos apuntan a que haya un nivel de estabilidad y en el que, si bien compiten entre sí, quieren que el sistema siga funcionando.
Parecen estar especulando también con que si Trump gana, EE.UU. tendrá una política exterior más aislacionista.
Sin duda será una política más unilateralista. Creo que tienen esperanzas de que Trump gane, eso parece bastante claro. Porque Trump ve a Volodímir Zelensky como un enemigo personal desde que le exigió que abriera una investigación sobre Hunter Biden y su padre, a lo que éste se negó. Así que creo que Trump recordará eso y será vengativo.
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«Trump es un oportunista político»
En uno de sus libros menciona a Trump como un político que surgió ante las consecuencias del fracaso de la globalización, identificando como enemigo a la élite política, entre otros actores. ¿Se podría decir que el presidente argentino Javier Milei responde al mismo fenómeno?
Creo que responden a sensibilidades anti-sistema, o sea Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO) también es parte del mismo fenómeno. Él es de izquierda, pero eso en realidad no importa, es como si la gente estuviera enojada con el establishment político existente. En México ese establishment era de centro derecha, en Argentina de centro izquierda, en Estados Unidos es de centro izquierda y derecha, pero tienes a todas estas personas que son efectivas para responder ante eso. Milei ha sido un síntoma y un beneficiario del amplio sentimiento antisistema que está creciendo en todo el mundo, tal como escribí en “Nosotros contra ellos (…)”.
¿Cómo definirías ese tipo de liderazgo?
Son outsiders que se presentan como los «otros» y ganan por eso. Se aprovechan del hecho de que la población ya no confía ni cree en su sistema político y sus instituciones. Con frecuencia son muy carismáticos y actúan como “bomb-thrower” (NdR: usar una retórica extrema para generar controversia) para destruir y derribar a las élites existentes.
Pero, una vez más, a veces hay líderes que son increíblemente honestos y decentes y hay otros que son tremendamente corruptos y solo lo hacen por su propio beneficio. Miro a AMLO durante los últimos cinco años y veo un hombre singularmente incorrupto. Una de las primeras cosas que hizo fue vender el avión privado, y eso fue una demostración para su propia gente. Trump volaba personalmente en su propio avión privado, siempre exageraba su riqueza y quería mostrar cómo él vivía mejor que el resto. Entonces pueden ser muy diferentes en términos de manifestaciones personales.
Trump y Milei, autodefinido como “anarco capitalista”, coincidieron en la cumbre de CPAC. ¿Existe algún hilo ideológico entre los dos?
Creo que Milei tiene una ideología de derecha y si bien AMLO es de izquierda forma parte de ese grupo porque responde al mismo impulso. Trump siquiera tiene una ideología, de hecho solía ser demócrata. Francamente creo que es un oportunista político y un narcisista.
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¿Qué mundo imaginas en las próximas décadas?
Podemos hablar de que la economía será multipolar, del cambio climático y la necesidad de dar una respuesta, y hasta de la transición energética que se está acelerando. Pero creo que necesitamos reconocer que la inteligencia artificial va a cambiar el mundo mucho más rápido que todo eso. Está haciendo que las empresas de tecnología sean mucho más poderosas de lo que podríamos imaginar y, en muchos casos, más poderosas que los gobiernos.
Y nos está cambiando como seres humanos. Nuestros sistemas de gobernanza y el orden global van a ser inimaginablemente diferentes como consecuencia de eso, lo que hace mucho más difícil responder preguntas sobre la agenda del 2030, 2040. Este es un momento muy emocionante para estar vivo pero también es extremadamente inquietante, difícil y, como consecuencia, viviremos con mayor incertidumbre.