Cómo Estados Unidos creó a Estado Islámico
Cuando Estados Unidos decidió invadir Irak en 2003, no lo hizo en busca de petróleo ni nada por el estilo. La decisión fue inspirada por lo que se conoce como la Teoría de la Paz Democrática, que establece a grandes rasgos que las democracias no van a la guerra entre sí debido a que las normas e instituciones en este tipo de régimen limitan la utilización discrecional del recurso bélico, basándose en una implacable evidencia empírica que demuestra que nunca en la historia dos democracias se enfrentaron en una guerra.
Pero las ciencias sociales no son ciencias exactas. La teoría puede sonar muy bien en un campus a las afueras de Boston, pero muestra sus puntos débiles en los barrios de las afueras de Bagdad.
La invasión que quitó del poder a Sadam Hussein fue un éxito en el corto plazo y un fracaso en el mediano. En mayo de 2003, el Administrador de Irak, Paul Bremer tomó dos decisiones que serían cruciales para la radicalización sunita que derivó en el surgimiento de Estado Islámico (EI): desmantelar el ejército iraquí, dejando a cientos de miles de personas altamente entrenadas en la calle, y confiar casi enteramente el poder al sector chiita.
Los daños materiales, la anarquía reinante en casi todo el país, la crisis económica, las pujas por el poder y una población militarizada reavivaron viejas tensiones que parecían dormidas en la sociedad, y una serie de grupos extremistas sunitas como Al Qaeda en Irak (AQI) comenzaron a ganar gran poder en ese caos. El mismo Al Qaeda que Estados Unidos trataba de destruir en Afganistán, ahora tenía una sede local con creciente poder en Irak, y sería la semilla que daría origen a Estado Islámico.
La anarquía reinante en Iran y el sectarismo chiíta, producto de la invasión norteamericana, dieron vida a la rama de Al Qaeda en el país, de la que nacería Estado Islámico.
George W. Bush fue sucedido por el demócrata Barack Obama, que prometía una mirada distinta de Estados Unidos hacia el mundo. Sin embargo, en 2011 su administración cometió un doble error que sería clave para el desenvolvimiento de los hechos en el futuro: Retirar las tropas de Irak y apoyar a grupos insurgentes que bajo el paraguas de la Primavera árabe, debilitaban la autoridad estatal en Medio Oriente y el Norte de África.
La retirada norteamericana de Irak fue aprovechada por el gobierno chiita de Nouri Al Maliki, que se volvió cada vez más sectario, marginando a la población sunita y propiciando la radicalización de los grupos sunitas, que comenzaron a encontrar en el Estado Islámico de Irak (EII) un fuerte aliado. Por otra parte, el caos surgido en Siria, ayudado por el apoyo de la comunidad internacional a los grupos sunitas rebeldes, y en Libia, tras el bombardeo norteamericano de 2011, permitió al EII expandir sus fronteras operacionales hacia otros países, creando el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés).
Estados Unidos de ninguna manera creó al ISIS por propia voluntad, pero una mala decisión política detrás de la otra, le dejaban las cosas cada vez más fáciles a los yihadistas, que se expandieron rápidamente aprovechando la anarquía reinante en Siria, la debilidad del ejército iraquí, la sensación de desprotección total por parte de la población, y el odio contenido hacia occidente que sentía una parte importante de la población.
Mientras se bombardeaba Irak en 2003, el académico y ex ministro de cultura de El Líbano, Ghassan Salamé advirtió que “Si Irak se vuelve una anarquía, lo más probable es que la anarquía se expanda al resto del golfo. Sería una catástrofe”. No se equivocó.
*Centro de Estudios Internacionales – UCA.