‘Nuevo’ Mercosur: entre la apertura y las cuentas pendientes

Luego de la cumbre autocelebratoria de esta semana en Santa Fe, el Mercosur deberá retomar en las próximas semanas las gestiones para capitalizar lo más rápido posible el Acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea (UE). El bloque regional se encuentra embarcado en un proceso de reconfiguración profunda de su perfil comercial hacia el exterior, mientras persisten algunas incógnitas sobre el futuro de las relaciones dentro del propio Mercosur.

Los gobiernos del bloque aspiran ahora a que el acuerdo con la UE catalice las negociaciones con otros países para llegar a compromisos similares. “Esto es solo el punto de partida −repiten desde el área económica de la Cancillería argentina, a tono con el discurso presidencial en Santa Fe−. En los últimos meses tuvimos reuniones con Canadá, el EFTA (Suiza, Islandia, Noruega y Liechtenstein), Corea, Singapur y Vietnam. Este éxito nos da el momentum que necesitamos para acelerar las negociaciones por nuevos tratados”.

El objetivo es cerrar los acuerdos con el EFTA y Canadá antes de fin de año y acelerar los diálogos con Corea, Singapur y Vietnam. También está en carpeta, aunque en estado más germinal, la discusión sobre un posible acercamiento a la Alianza del Pacífico.

En cuanto a la agenda con la UE, se piensa en un esquema de aplicación provisional del Acuerdo de libre comercio, hasta que se cumplan todos los pasos para su entrada en vigor definitiva. Una vez que el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE lo aprueben, su ejecución práctica será posible para Europa, aunque luego deberá pasar por los Parlamentos nacionales para la ratificación formal.

Del lado del Mercosur, se requiere la aprobación de los cuatro Parlamentos nacionales para la entrada en vigor definitiva, aunque en Santa Fe se acordó explorar una vía ad-hoc para apurar los efectos concretos del acuerdo. “Se está evaluando la posibilidad de entrada en vigor provisional de manera bilateral para los Estados parte que lo vayan ratificando −dicen en Cancillería−. Nosotros somos favorables a eso y sabemos que otros países del bloque también”.

Tendencias. Una de las críticas que se le hacen al Acuerdo con la UE, y a la liberalización y apertura del Mercosur en general, es que van a contramano de cierta tendencia global hacia el proteccionismo, signada sobre todo por el conflicto arancelario entre los Estados Unidos y China. Roberto Bouzas, economista, investigador superior del Conicet y director de la Maestría en Política y Economía Internacional de la Universidad de San Andrés, no cree que eso sea necesariamente un problema. “Que el Mercosur necesita racionalizar el nivel y la estructura de su protección es algo independiente de la tendencia más general al proteccionismo que muestran algunas economías, como la de los Estados Unidos”, le dijo Bouzas a PERFIL.

En su opinión, el mayor desafío futuro del Mercosur no tiene que ver con el afuera sino con el adentro. “Las asignaturas pendientes del Mercosur van mucho más allá del nivel y la estructura de su protección. Tanto o más urgente es avanzar de manera efectiva en el establecimiento de un espacio aduanero unificado. Esta será la única manera de aprovechar más plenamente la racionalización indispensable de la protección respecto del resto del mundo”.

El diagnóstico está hecho desde hace rato. “No podemos seguir siendo una unión aduanera imperfecta”, dijo esta semana el canciller argentino, Jorge Faurie. “Tenemos que trabajar para tener una verdadera unión aduanera, para estar en forma competitiva en las cadenas de comercio internacional”. Los miembros del Mercosur no tienen criterios homogéneos sobre el Arancel Externo Común (AEC), rasgo característico de las verdaderas uniones aduaneras. Los países se manejan con excepciones al AEC y lo perforan aplicando sus propias tasas a terceros países.

En 2010 −otros tiempos, otra dirigencia política−, los gobiernos del Mercosur acordaron un cronograma para terminar de consolidar una unión aduanera en 2019. Los resultados fueron malos y nada de eso ocurrió. Hoy el “nuevo” Mercosur se enfrenta al mismo desafío. Bolsonaro, a cargo de la presidencia pro témpore, asegura tener la cuestión en agenda. “O las tarifas son comunes o no son −dijo en Santa Fe−. No queremos tener una unión aduanera por la mitad”. Por lo pronto, los países miembros activaron un grupo de trabajo para revisar a la baja el AEC.

Al cuadro general se le suman los vaivenes electorales de cada país. En el caso argentino, el candidato opositor Alberto Fernández criticó el Acuerdo con la UE, lo que da muestra de que los consensos sobre política comercial en la Argentina son muy pocos. “Mientras no se imponga una visión que pueda balancear adecuadamente costos y beneficios”, advierte Bouzas, “la Argentina seguirá dando bandazos entre enfoques contrapuestos de política comercial, con los consiguientes pésimos resultados que hemos tenido en las últimas décadas”.

Dudas sobre  el roaming

Uno de los acuerdos más festejados por los funcionarios durante la cumbre de Santa Fe fue el que elimina el roaming entre los países del bloque. “Vamos a simplificar las comunicaciones tanto a quienes viajan por la región como a los que viven en zona de frontera”, dijo Mauricio Macri al comentar el acuerdo. La UE fue el primer bloque de mundo en eliminar el roaming hace dos años, y Bruselas considera que fue uno de los mayores logros en favor de los consumidores. Estos hicieron disparar el crecimiento de las transmisiones telefónicas y de datos en el área. Sin embargo, el especialista Enrique Carrier advirtió que el proceso será mucho más complicado que el que aplicó la Unión Europea. “Entre el Mercosur y la UE hay una diferencia fundamental: aquí no hay moneda única”, sostuvo. Las diferentes operadoras no estarían protegidas de las bruscas oscilaciones cambiarias, como las que sufrió el peso argentino en los últimos años.